viernes, 19 de abril de 2013

#Indumentaria: ¿Como se visten los otomies?

Muchos siglos antes de la conquista española el arte textil de México alcanzó un alto desarrollo. Sus técnicas complicadas y los bellos motivos estilizados que lo decoraban, dejaron una rica tradición que, aunque no desapareció totalmente con la llegada de los españoles, poco a poco fueron sustituidas por telas y decoraciones de tipo europeo. Sin embargo en las comunidades indígenas menos afectadas por el mestizaje cultural se ha conservado hasta nuestros días, de generación en generación, una buena parte de esa maravillosa artesanía. Las costumbres y los trajes indígenas están desapareciendo con celeridad, a medida que lacivilización occidental llega a los rincones más apartados de México. Pronto las mujeres yano tejerán, acurrucadas en el suelo apisonado de sus chozas, sus maravillosas telas; los significativos bordados tradicionales que van siendo sustituidos por dibujos de loscuadernos que pueden adquirirse por pocos centavos en cualquier mercado.

Las fibras textiles

Para sus vestidos, la gente del pueblo empleaba en los tiempos prehispánicos, el ixtle (hilo demaguey o agave), las fibras de palma silvestre (izcotl) y el algodón. Después de la conquista se siguió usando la fibra del agave entre los mayas de Yucatán, los huastecos, los nahuas, algunos pueblos zapotecos y sobre todo los otomíes que parecen haber tenido una especie de monopolio de esta fibra ya que las telas de ixtle eran el principal objeto de sus trueques con los chichimecas.


Desde hace décadas el ixtle se usa casi exclusivamente para tejer costales y ayates. El algodón ha seguido utilizándose en todas partes y en dos variedades: una de color blanco y otra de color pardo llamado coyuche.

Los españoles introdujeron la lana.   En las regiones de tierra fría, muchas familias poseen rebaños de ovejas, de las que obtienen el material necesario para confeccionar sarapes y faldas. La lana casera o comercial se emplea para quechquémeles, bolsas, fajas, cinturones, rebozos, ciertos huipiles y también para bordar.

Danza del Ixtle, Ixmiquilpan Hgo.
El huso

El huso se compone de dos partes: un palo de madera de aproximadamente 30 centímetros terminado en punta y un trozo semiesférico de barro, madera o hueso, que se ensarta con la parte redonda hacia abajo. Este contrapeso, el malacate, está a veces adornado con dibujos geométricos. La gran cantidad de husos idénticos a los actuales, hallados en zonas arqueológicas, dan idea de la difusión e importancia que el arte de hilar tuvo en el México prehispánico, casi siempre de oficio prehispánico.

Las mujeres sostienen el huso entre el cordial y el anular de la mano derecha y lo hacen girar con el pulgar y el índice. La parte más delicada y difícil del trabajo es obtener los primeros centímetros del hilo, que se desarrollan en el extremo superior del huso. Después el hilo va creciendo rápidamente y devanándose alrededor del palito. Las hilanderas llevan al cabo sus demás quehaceres sin cesar de mover el huso con los dedos de los pies, ya que van siempre descalzas.

El telar

Tejedora otomi, Códice Florentino.
El telar indígena llamado comúnmente "telar de cintura" consta sólo de unas piezas sueltas de madera con distintas funciones. Para lograr una madeja del largo necesario, la mujer enrolla el material alrededor de dos estacas plantadas en el suelo; tiene que cruzar los hilos más o menos a la altura de las dos terceras partes del largo total. Amarra los extremos de la madeja a dos palos. Con una cuerda sujeta el palo de arriba a un horcón de la choza. Ata el otro con una correa a su propia cintura, a modo de que mientras teja, sentada en el suelo, mantenga tensos los hilos con el peso de su cuerpo.

Ordena cuidadosamente los hilos de la urdimbre en dos capas sobrepuestas entrecruzadas, operación muy delicada de la que depende la uniformidad de la tela. Mete entre el enjulio inferior y el cruce de los hilos una tablilla de madera delgada y afilada, la espalda, que aprieta los hilos de la trama cuando la tejedora la jala con fuerza hacia sí, y también separa la los hilos de la urdimbre cuando la pone vertical. La separación es indispensable, ya que la bobina es un palito sobre el cual se enrolla el hilo. Para mantener constante la anchura, usa una tablilla; conforme la tela va creciendo, la enrolla sobre el palo inferior.

Vestimenta en los otomies del valle del mezquital.
Bordadora otomi. El Nith Hdgo.

En el presente, los otomíes emplean en su vestimenta algodón en telas de manta. que llegan a los lugares más aislados por medio de los varilleros, comerciantes ambulantes que llevan en la espalda los bultos de mercancía y, en la mano, un metro de madera, antiguamente una vara. Las mujeres otomíes son trabajadoras incansables, mientras se dedican a los quehaceres domésticos, cuidan a sus hijos o acuden al mercado, sentados o caminando siempre llevan consigo el huso que sigue laborioso con sus vueltas veloces.

Las mujeres usan una blusa o camisa de manta blanca con escote cuadrado y con un pequeño bordado alrededor de la pechera. Usan quechequémeles de lana azules, morados o negros con delgadas rayas blancas una greca bordada alrededor y fleco. El ceñidor, hecho en telar de cintura, lo usan por igual hombres y mujeres. Tiene hasta 20 cm. de ancho, y una longitud de 2.50 metros para que puedan dar algunas vueltas alrededor del talle. Utilizan un ancho rebozo de lana, con rayas azules y blancas y un fleco anudado con un punto de macramé que forma dibujos.

Las mujeres otomíes entrelazan la punta de sus trenzas con un cordón de lana o una cinta tejida a mano. Los hombres visten bajo el sarape una camisa de manta; el calzón va sostenido por un ceñidor igual al de las mujeres. Los huaraches tienen suela de llanta y el pie queda cubierto casi por completo por cinco tiras de cuero. El sombrero llamado de “vuelta y vuelta” de copa cónica con las alas anchas está hecho con una trenza muy apretada de zacate enrollada en espiral y cosida con hilo de ixtle.


Vestimenta en los otomies de San Pablito Pahuatlan, Puebla.

En San Pablito y algunos pueblos cercanos están poblados por otomíes, completamente aislados de los hidalguenses del Mezquital. También son agricultores y se encuentran en una región fértil en la que cultivan caña, naranjas y café.

Niñas usando su ropa tipica en San Pablito Pahuatlan.
Las mujeres visten enredos formados por seis tiras de 16 centímetros cada una cosidas a lo largo, las cuatro tiras centrales son de manta blanca; las otras dos azul oscuro cuadriculadas en azul pálido. El enredo tiene un ancho de 2.65 metros por 95 cm. de largo. La blusa es de manga corta y escote cuadrado rematado con un ribete de puntas, está bordada en colores brillantes sobre el pecho y las mangas con figuras humanas o de animales en punto de cruz o con chaquira. Arriba de las blusas las mujeres usan un quechquémel, tejido en algodón blanco con una ancha franja de lana morada o roja que tiene la particularidad de formar escuadra al fondo de la prenda sin que los hilos estén cortados; cuando quema el sol las mujeres acostumbran taparse la cabeza con el quechquémel.

Los hombres visten calzón, camisa de manta blanca y un ceñidor de algodón blanco, con un fleco finísimo de macramé bordado en colores. Llevan cotón negro o azul con rayas blancas, morral de ixtle y huaraches.

Hoy en día las mujeres de San Pablito bordan faldas de manta con extraordinarias figuras de caballos, personas y águilas, pero no para utilizarlas ellas mismas sino para venderlas a los turistas. Conservan unas raras canastas llamadas "tancolotes" hechas con un armazón de varas entrelazados con tiras de corteza de árbol de jonote. Cargan las canastas pequeñas en las espaldas amarrándolas con el mecapal, o las cuelgan del hombro.

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