"No te pido que lo entiendas, te pido que respetes mi forma de conectarme con aquello que me es sagrado" |
Las fiestas de los santos se enmarcan En el calendario católico y tienen, como ya vimos, un fuerte vínculo con los ciclos Agrícolas dentro de una antigua tradición Mesoamericana. Los otomíes festejan a la Santa Cruz, a las vírgenes de la Concepción, de Loreto, de la Asunción y de Guadalupe, a San Pedro, San Miguel, San Juan, San Santiago Apóstol y Santa Teresa, entre otros.
Una ocasión ritual que destaca en la atención destinada al agua, es la Fiesta de la Santa Cruz, el 3 de mayo: ese día está avocado fundamentalmente al ascenso del Cristo-Sol a los cielos, cuando la semilla de maíz ya ha crecido y se inicia un nuevo periodo agrícola. La fiesta es ocasión para el cambio de mayordomías, ahí donde todavía subsisten: los mayordomos salientes entregan a los entrantes, las imágenes de los santos de la iglesia para que las custodien. Entre estas imágenes hay tres cruces: la Cruz mayor (relacionada con el Sol, “Cruz del Cielo” o Pönthi mahenzí), otra con el Fuego (Zíbi pönthi) y otra con el Agua (Pönthi déhe). Estas asociaciones no son claras, pero lo cierto es que los otomíes realizan una procesión de la iglesia a los pozos del pueblo, los tres días que dura la fiesta, un día por cada mayordomo entrante. Mientras que los mayordomos salientes se despiden, los entrantes saludan los pozos de agua, empezando por el más antiguo, (el “jefe”).
La cruz no solo es un simbolo catolico-cristiano, si no que tambien representa los rumbos de la tierra. |
Tanto en los rituales ordinarios (los costumbres), como en los más importantes (como el arriba reseñado de la Santa Cruz), se coloca un recipiente con agua del pozo (o pozos, tratándose de un costumbre grande como la Fiesta de la Santa Cruz) en la parte baja del altar, donde permanecerá hasta que el ritual finalice: ahí los curanderos colocan su ofrenda de comida y bebida, además de poner dentro del recipiente un par de velas (apagadas), y un par de pequeños hilos de flores (que suelen colocarse sobre toda entidad divina durante el ritual). El sentido de esta acción ritual es que el agua ahí ofrendada, después sirva de mensajero y dé cuenta de la ofrenda que ese grupo de personas le dio. Después de bailar toda la noche, al amanecer todos se disponen a entregar la ofrenda al pozo: cargan la comida, refrescos, velas y flores, junto con el recipiente con el agua, y en procesión se dirigen a los pozos, encendiendo las velas y sonando campanitas. Al llegar a los pozos, colocan las ofrendas junto al pozo, a un lado de la “Cruz de Agua”, vertiendo el líquido del recipiente (el agua ofrendada) al pozo, donde se mezclará y dará su informe: los otomíes entienden que es agua comisionada entregando su informe al resto del agua, como sucede entre los seres humanos cuando un pequeño grupo de hombres va comisionado para tratar algún asunto lejos, y luego regresan a dar cuentas en una asamblea general.